28 agosto 2008

LOS DUEÑOS DE ASTROS AJENOS

Por: Maggie Romaní Miranda (*)



Hace algunas semanas, Francisco Bardales me envió el texto de Percy Vílchez, Los dueños de astros ajenos, para tener una opinión sobre el mismo y poder presentarlo en el marco de esta importante feria (**). Debo agradecer este honor y consideración hacia mi persona ya que la experiencia que he tenido como lectora ha sido muy grata por varias razones. Una de ellas radica en el especial interés que tengo en las culturas y lenguas amazónicas de nuestro país. Los dueños de astros ajenos es la historia de nuestra Amazonía contada por un amazónico; quien nos muestra aquellos matices culturales desconocidos que se reflejan en la conducta guerrera de un personaje amazónico, o de un pueblo que lucha frente a la injusticia del conquistador occidental. Los protagonistas de la historia ya no son los que vienen de afuera, los verdaderos héroes son peruanos que defienden sus tradiciones, indígenas que reaccionan como cualquier humano impulsado por sus creencias y pasiones.

Otro motivo por el cual he disfrutado de la lectura de esta obra, ha sido la manera en que se va narrado la historia de nuestra Amazonía. Percy Vílchez es un cronista autóctono, o como él mismo dice “un cronista oriundo”, que se toma la licencia de invertir el orden de ciertos sucesos, algo que llamaría la atención de cualquier historiador o cronista. Sin embargo, esta vez es más relevante “la visión indígena” cuando se narran sucesos desconocidos por muchos. Así pues, la historia deja de ser expuesta de forma parcial, no es vista con el ojo occidental, se torna del verdor que le corresponde.

Una tercera razón que debo mencionar, es mi admiración por todo aquel que, desde su área y profesión, fomenta y enriquece la literatura amazónica, ya que en este tiempo, en donde la idea más sonada es “El Perú es un país plurilingüe y multicultural”, muy pocos se toman en serio esta propuesta y se preocupan por hacernos conocer ese Perú plural.

Los dueños de astros ajenos es una serie de ensayos que se desarrolla en ocho capítulos. Está escrito en una prosa clara que explicita a quienes investigamos de la Amazonía sus culturas, de la Amazonía su cosmovisión, de la Amazonía su historia, datos que pueden explicar la realidad actual de esa llamada Ama-zonía, de esa zona amada que aun no conocemos como debería de ser. Así por ejemplo, el primer capítulo La guerra celestial nos remonta a la época del intento de exterminio de las divinidades sagradas de la floresta. En este contexto se evidencia la resistencia a dejar de creer en seres libertadores, prometedores del paraíso, como Viarizú; en seres del bosque, como el Chullachaqui; en salvadores indígenas, como el mesías de los pajonales, Juan Santos Atahualpa; entre otros. ¿Por qué apropiarse de astros ajenos, si los amazónicos ya tenían los suyos tradicionales?

Por otra parte, la historia de la indígena shetebo, Ana Rosa, quien estableció un puente entre su pueblo y el cristianismo, nos llama la atención. La manera cómo logró ser la luz que necesitaban los misioneros cuando todo parecía adverso, es más que sorprendente. Vilchez afirma:

Ella representa a esas mujeres que surgen de la leyenda de la creencia popular que es una alianza entre lo cristiano y lo indígena”.

Las Emancipaciones anticipadas sucedieron mucho antes de las liberaciones que conocemos por la historia tradicional. Así, por ejemplo, el indígena anónimo que se escapó, aprovechando que era enviado a tierras americanas por Colón, fue el primero en liberarse. Cito al autor:

EN EL CUARTO viaje, Cristóbal Colón, al pasar por el Golfo de las Flechas donde ocurrió el combate inicial en el Nuevo Mundo, envió a un indio mozo, convertido en apariencia a la santa fe, supuestamente adaptado a las costumbres castellanas. Era su misión traer información de último momento sobre el citado lugar. El susodicho partió adornado con una serie de ornamentos europeos, como un emisario de los visitantes, un embajador de los forasteros. Al momento de despedirse dijo que regresaba pronto. No retorno nunca más.”

Luego le siguen una serie de personajes, entre los cuales vale la pena mencionar al primer pirata indígena Ajuricaba y al relacionista público cocama, Clemente Pacaya, quienes, al no conseguir la victoria total, fueron reivindicados años después por la emancipación anticipada que logró Santos Atahualpa. Así también, más tarde, un negro se liberaba en la floresta de su franciscano fumador, mucho antes de que Ramón Castilla liberara a los negros del Perú. Hablamos de Juan Benítez, a quien Vílchez atribuye el título de “el negro veloz”.

Navegantes antiguos en el Amazonas es el tercer capítulo. En esta sección, se narra lo que aconteció mucho antes de la aparición de Orellana. Vílchez nos menciona El tardío viaje de Francisco de Orellana. Nos habla de un hombre sin título de descubridor, conquistador o navegante. Orellana es para Vílchez: “un ambicioso que ansiaba un reino, un señorío”.

Por otra parte, el papel de la mujer en la historia peruana es reivindicado por las primeras navegantes del Amazonas. Ellas representarían las primeras socorristas amazónicas. Cito al autor:

EN LA NOCHE de los tiempos aparecieron unas mujeres hermosas, navegando hacia un alto territorio que nadie les había prometido. Eran las cuniapuras o tupinambas o Amazonas o cualquier otro nombre del pasado. Eran mujeres de armas tomar, de grandes jornadas en canoas y posiblemente navegaron todo el continente haciendo escalas en cada feria amazónica, recogiendo sobrevivientes de los tantos pueblos diezmados, arrasados por la barbarie.”

A partir del cuarto capítulo se invierten los tiempos en la narración de los acontecimientos. Para el autor, son más importantes las gestas indígenas, por eso es que las coloca antes de las “gestas” de los occidentales. Vílchez denomina a este capítulo Los descubrimientos indígenas. Este apartado resalta aquellos hechos que han permanecido ocultos hasta el día de hoy.

El fracaso de los expedicionarios y conquistadores al reconocer que lo único que existía en la floresta eran Los reinos imposibles, es lo que Vílchez nos deja apreciar en el quinto capítulo. Así pues, los occidentales cayeron en el juego-estrategia preparado por los amazónicos. Cito al autor:

El Dorado desde el predio de la escritura, fue la mejor expresión de ese juego de ingenuos que se extraviaron en los desvaríos de la imaginación y del ridículo. […]

En la agenda de la expropiación de los astros fue una estrategia indígena la invención de edenes terrestres. Mientras ellos destruían las precarias ciudades castellanas levantadas en el verdor, los forasteros se dedicaban con ahínco a buscar lo que ardía en la distancia imposible.”

El capítulo sexto nos introduce al surgimiento de la “literatura amazónica”. En La expropiación del fuego artístico, Vílchez comienza por describir la situación de dos ashaninka, quienes mantienen una tertulia de casi seis horas en un campamento raymondista. La elocuencia, ese poder de la palabra, es lo que resalta en el amazónico, así pues, la tradición oral del indígena evidenciada en los mitos e historias persiste como pieza fundamental en el mantenimiento de la cultura.


Más adelante, en este mismo apartado, el autor menciona que los indígenas amazónicos siempre supieron introducir algo de lo suyo en el arte confiscado al foráneo. Posiblemente esto se dio para no sentir tan desconocido lo que ellos seleccionaron de afuera, posiblemente, lo que hacían era perfeccionar aquello que les gustaba y escogían del otro.

Pero en la historia de nuestra Amazonía se tuvo que dar también La rebelión de los ritos como una advertencia de lo que los amazónicos quisieron mantener. En este penúltimo capítulo, el autor nos ratifica que el habitante de la floresta mantuvo siempre su modo de pensar y actuar a través de los ritos. Nos menciona que la música y la danza no podían tener mejor utilidad que en estas expresiones del alma.
Cito al autor:

La música y la danza fueron obsequios sagrados para ser utilizados luego en los ritos y las celebraciones, como fuentes de renovación de los ciclos de la fecundidad, del nacimiento, del agradecimiento a los bienes, de la siembra, de la fiesta compartida. En las artes de la guerra, la música y la danza concedían poderes ocultos, fuerzas desconocidas. Entonces todo tenía su orden ancestral, su camino elegido.”

Una cuestión importante dentro de la historia de emancipación que se dio en nuestro país, es reconocer que los amazónicos fueron los responsables de la Liberación en la maraña. En su último capítulo, Vílchez nos habla de la intervención de los amazónicos en el proceso de La independencia peruana. Para el autor “De una u otra manera, esa independencia regional coronó un largo proceso de insubordinaciones y liberaciones vista desde las médulas de la maraña.” Esta etapa permite “culminar una historia completa que cierra la colonia y se abre a otro tiempo. Tiempo donde todavía no se resuelve la cuestión del centralismo, rubro donde los amazónicos han cumplido un rol fundamental con sus protestas, sus insubordinaciones.”

Los dueños de astros ajenos es una obra que recomiendo leer. Animo a los lectores a descubrir la verdadera historia de nuestra Amazonía en palabras de este reconocido escritor amazónico. Percy Vílchez nos habla de las insubordinaciones de los amazónicos en su resistencia a lo foráneo, y, por esta nueva propuesta del ensayista loretano, en donde el tiempo se adecua a la cosmovisión indígena, en donde se reivindica al amazónico como agente activo de nuestra historia, me atrevo a decir que Percy Vílchez es también un insurrecto como cronista.

(*) Licenciada en Literatura y catedrática universitaria, estudiosa de textos de ascendencia amazónica (romanimaggie@gmail.com)
(**) Los Dueños de Astros Ajenos se presentó en la 13° FIL de Lima, organizada por la Cámara Peruana del Libro.

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