20 agosto 2008

CONCURSO DE PAJAS

Por: Enrique Dávila (Ikitozz City)



Han pasado 5 años desde la última vez que vimos a Johana. Dos jóvenes fumando como desempleados en pleno aeropuerto esperando a la viajera de turno. El vuelo Santiago – Lima – Iquitos se retrasó y no nos queda más que matar el tiempo.

Hace una semana que Daniel llegó a Iquitos. Estuvo cinco años viviendo en Arequipa y a pesar de eso no ha cambiado en nada. La misma mirada picara, el mismo gesto despreocupado, el mismo flaco de mierda. Comienza a reír sin motivo, tanto que el humo del cigarrillo lo asfixia. Siempre ha sido raro, pero al ser uno de mis mejores amigos tuve que acostumbrarme a sus excentricidades. Saca un pañuelo con demasiada loción, “Oye recuerdas cuando hacíamos concurso de pajas”. Y en verdad que ese comentario detonó un conjunto de recuerdos con aquellos amigos, porque tanto Johana como Daniel forman parte importante de mi pasado.

Nos conocimos a los 15 años en las aulas de la Roshaca y rápidamente nos hicimos amigos. Johana siempre fue una niña bonita, bastante peculiar, de cabello en el rostro y demasiado rímel en los ojos. No era la típica princesa delicada, más bien era bastante abierta y bromista. Daniel siempre ha sido el típico flaco despreocupado de mierda – no encuentro otro adjetivo para describirlo –, sin complicaciones y soñador.

Ese primer año nos compenetramos a tal punto que hacíamos todo juntos, desde escaparnos del colegio para ir a la playa hasta realizar el ya famoso concurso de pajas, con Johana como jurado. En esos días hacíamos muchas promesas; la que más recuerdo fue acerca de la infidelidad. Johana consideraba a la infidelidad un acto estúpido y ordinario. Nos hizo jurar que jamás seriamos infieles físicamente; porque cualquiera es infiel mentalmente, cualquiera puede follar en sueños a quien quiera, desde Paola Portocarrero hasta Monica Bellucci.

A los 16 ambos nos enamoramos de Johana, fue entonces que comenzó una competición abierta entre Daniel y yo donde hacíamos lo posible por estar a solas con ella y mostrar nuestro mejor galanteo. Después de tres meses de hacer lo posible por enamorarla recibí la primera y mas grande choteada de mi vida, pero alguien tenia que perder y juramos no dejar de ser amigos sea cual sea el resultado. Deje de andar con ellos y, valgan verdades, tardé casi un año en recuperarme. Nuestra amistad peligró bastante. En cambio el amor entre ellos, se hizo más fuerte.

Pero un día desperté y me di cuenta que ya no me afectaba tanto, eran mis amigos y los extrañaba enormemente.

A los 17 entramos a otra etapa de nuestras vidas, la de las relaciones sexuales. Particularmente yo tuve un sueño donde estaba acostado en un campo verde con un sol radiante, y mi pene me hablaba “oe, ya pe, ya es hora de que me uses como se debe”. Fue un sueño algo extraño, pero me dejó pensando; es verdad que hasta ese momento todo eran pajas y no tuve la necesidad fuerte de debutar. Se los comenté y como si estuviéramos conectados ellos sentían lo mismo. Llevaban un año juntos y hasta ese momento todo eran besos, abrazos y toqueteos. Pero ambos llegaron al acuerdo que follarían después que yo lo haga, claro esta que después de querer estar con Johana no traté con ninguna otra, asi que no tenía novia ni postulante cercana. Como la necesidad de ellos de follar era grande y de verdad querían esperar a que yo lo haga primero me ofrecieron acompañarme al prostíbulo “vamo’ pa el chongo”.

No se cómo terminé aceptando, creo que fue el golpe de hormonas que me atacaron de improviso o el miedo que en otro sueño mi pene me recriminara cosas. En verdad estuvieron conmigo, aun cuando los parroquianos miraban con morbo y vergüenza a Johana ella no dejaba de alentarme. Al final me anime por una morena de lindo trasero. Entre al cuarto de fuerte luz roja donde me moría de calor. Estaba nervioso. La meretriz fue amable conmigo. Su aliento era de fuerte nicotina y estaba algo panzona pero fue un ángel conmigo y comprendió la situación al instante. Mi primera vez no fue mala pero tampoco fue la mejor.

Ahora le tocaba a ellos, la idea era que los acompañe hasta las puertas del telo, pero por cosas del destino a Daniel se le cayeron los soles que tenia y yo había gastado lo poco en el chongo, pero ambos querían debutar asi que buscaron una solución práctica, ir a follar a la plaza Ramon Castilla.

Aunque en principio me negué, no pude con sus razones. En la plaza hay un pequeño muelle de cemento y cuando el rio Itaya esta bajo se forma un enorme campo verde. Entre el morbo y cobijados por la oscuridad se desnudaron y comenzaron a consumar el acto. Frases como “oe ¿cómo se pone esta vaina?” (refiriéndose al condón), me hacían reír. Tuve que hacer de campana y lamparín, cuidando que nadie los descubra, tuve que aguantar verlos follar por un rato, escucharlos reír y gemir a la vez.

A partir de ese momento se abrió una caja de Pandora. Ellos trataban de tirar en los lugares menos pensados y yo los acompañaba casi por costumbre, desde el baño de una gasolinera hasta en la huerta del vecino. No sé cuántas veces los acompañé, pero era tan natural para mí que hasta conversábamos mientras lo hacían. Recuerdo que una noche no había nadie en la casa de Daniel, alquilamos una película y preparamos pataconas. Estabamos en la sala y en plena trama se les dio por tirar, tanto así que no me dejaban ver la pelicula. Al final me fui a terminar de verla en el cuarto, al rato escuche un ruido fuerte y encontré a Johana en el suelo sosteniéndose la cabeza y lamentándose de dolor “es que queríamos inventar una nueva pose que no esté en el kamasutra…” quise reírme pero Johana estaba por llorar.

En ese tiempo yo comencé a salir con algunas chicas y me chotearon infinidad de veces. Cuando estaba de enamorado eran relaciones sin importancia y sexo esporádico. Eran buenas chicas pero en cuanto les mencionaba para follar en campo abierto o al lado de mis amigos, me tildaban de degenerado y terminaban conmigo. Es que deseaba la misma libertad y locura de Johana y Daniel.

Hasta que apareció Fiorela. Debo reconocer que me enamoré de ella. Me gustaba demasiado y ya estábamos 6 meses juntos. No necesitaba hacer cosas raras, me gustaba estar a su lado y tener una relación sexual normal. Pero ,como pasa a veces, un dia descubrí que me engañaba, fue fácil darse cuenta cuando la encontré follando en el baño del comedor de la UNAP. Me sentía ofendido y recuerdo que esa noche después de mucho tiempo volví a soñar que mi pene me hablaba, pero esta vez se explayó mas. Tocó varios temas, desde familia y los amigos hasta el amor y la traición. Al despertar de inmediato escribi a mano una carta para ella “Cronicas de un pene ofendido: porque nosotros también tenemos sentimientos” como si fueran los monologos de la vagina expuse lo que se me fue revelado en el sueño. Pero el tiempo cura las heridas y no tardé en recuperarme.

A los 19 años Daniel tenia que irse a estudiar a Arequipa y la familia de Johana se mudaba a Santiago de Chile. Fue un duro golpe para nuestra amistad. Unos días antes de partir ellos terminaron su relación de tantos años. Esa noche ella apareció en la puerta de mi casa, mis padres no estaban y como en un sueño, termine haciendo el amor con mi amiga Johana entre sabanas blancas y escuchando a Jon Bon Jovi. El mejor sexo de mi vida.

Pero esos son solo recuerdos, ahora que han pasado 5 años y una ciudad mutante, ambos regresan al nido. El avión desciende y Johana no tarda en aparecer ante nosotros, nos da un fuerte abrazo, ya no tiene el cabello en el rostro y el rímel no es exagerado.

Caminamos un poco nerviosos por el tiempo que pasó, pero ella sonríe y comenta “ya pe, un concursito de pajas”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Q loco, o sea tú te soplabas tooodo el "round" de los otros??? q escándalo jee!!

Anónimo dijo...

eso de agarrar en los baños de la unap es viejo, yo y mi novia lo inventamos jeje buena historia me gusto leerla