24 julio 2008

VIEJOS CINES

Escrito hoy en Cinencuentro (lean todo el post, de paso, está muy bueno):



Mi educación sentimental se forjó en enormes cinemas a orillas del río Amazonas, donde el sudor de los cuerpos emprendía una batalla con la incesante sinfonía de los crujientes asientos de madera. En technicolor, con enormes ventiladores apiñando el sonido, raídos telones rojos que se abrían como si fueran dolorosos garfios, fui conociendo amigos que con el tiempo se convirtieron en inseparables: Los Goonies, Daniel San, ET, John Rambo, Darth Vader. Mucho tiempo después, cuando el inevitable autoexilio me puso de patitas en un avión y me desterró a la gris anatomía del invierno limeño, mi corazón buscó un lugar oscuro y cerrado en el cual pudiese esconder mi proverbial melancolía. Descubrí los cines Arenales (Ambar y Jade) casi unas joyas del orgullo clasemediero de mediados de los noventa. Tenté ubicarme los domingos, entre el fútbol y la barra brava, en el Conquistador del centro histórico. También acompañé a la pareja miraflorina Romeo & Julieta, donde fue una hazaña haber amado sin condiciones a Tarantino, Stone, Von Triers y Almodovar. Supe que el mejor rostro que pude haberle descubierto a Isabelle Adjani fue en el Orrantia de Javier Prado. Pero nunca como en el entrañable cine Roma, luego de ver, casi al borde la conmoción, Antes del Amanecer (Delpy y Hawke seduciéndose mutuamente, con el inexorable telón de fondo de 24 horas sobre Praga), que decidí salir corriendo hacia la primera computadora disponible y, en un rapto de inusual lucidez, escribirle a Cecilia aquel extraordinario cuento de amor que nunca le di, acerca de una pasión que nunca supo y solo quedó confinada a un agresivo rapto de audacia, rápidamente apagado como las luces de todas aquellas salas que nunca más volví a disfrutar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí, está bueno el post, Paco. Me llama la atención que Beteta recuerde el Mariátegui como cine y con un detalle de un jardín que yo no recuerdo haber visto nunca. Es verdad que hace siglos que no voy por allí, pero el recuerdo que yo tengo del Mariátegui es como sala de teatro. Así lo conocí y allí es a donde yo fui varias veces a ver las obras que se presentaban y a ver los ensayos también, porque vivía a pocos pasos de allí.

Al igual que Rodrigo Portales, también ví ET en el Bijou, recuerdo que lo exhibieron allí por meses. Creo que era el único que lo daba en las fechas en que yo finalmente tuve que ir sin la patota a ver la película porque me la perdí cuando todos fueron y ya de roche no quería ir en soledad. Finalmente, cuando me cansé de buscar álguien que no la hubiera visto -sin éxito- tuve que darme con la sorpresa que ya casi ningún cine la tenía en cartelera y al ver que en el Bijou la seguían promocionando, me animé y después de comprar mi canchita, me dispuse a ver ¡al fin! la mentada pela.

¿Qué cines de IQT quedaban aún en pié en la época que mencionas? Yo pensé que ya no quedaba ninguna en los 90's. Felizmente ahora tenemos uno en el centro, porque sinó, ¡qué sería de los cinéfilos! ver la película en pantalla grande es otra cosa. Un mundo aparte.