23 julio 2008

INMORTALES

Por: Enrique Dávila (Ikitozz City)



Hace una semana fui a visitar la tumba de mis abuelos paternos, de esos abuelos que te cargan al nacer, de la abuelita que cocina rico y del “abue” que no se cansa de pasearte en su espalda. Pensar en ellos me trajo una increíble nostalgia, y es que eran los típicos loretanos, los típicos iquiteños, arraigados a sus costumbres y forma de ser inigualable.

Mi abuelito Lenin, maestro de profesión, hombre sabio, tranquilo y cariñoso, amaba a sus 8 hijos por igual. Mi abuelita Olivia, mujer de carácter fuerte, sin pelos en la lengua, era de esas personas que cuando te veía a los ojos penetraba hasta tu alma.

Mis recuerdos de Lenin siempre comienzan con un abrazo “eres maravilloso” y después jugaba conmigo tratando de encontrarme en la huerta, entre los mameyes y los cocos. Simplemente era lo máximo, tenía un sinfín de historias; como la vez que luchó con un otorongo solo empuñando un machete, o la vez que se topo con cazadores nómadas indígenas y le enseñaron a alucinar con el veneno de una rana. Es cierto que Lenin exageraba sus historias, pero para un niño de 9 años aquellos relatos eran invaluables.

Mis recuerdos de Olivia son de la abuela “chocha” con los nietos, era la amiga y muchas veces consejera de un niño que paraba alucinando. Entre esas memorias están mis días de secundaria cuando me “hacia la vaca” del colegio, llegaba a su casa y siempre me preguntaba:


-¿Porque no fuiste a clases? – con el rostro serio y el mandil de cocina amarrado a la cintura, a lo que yo le respondía.
- No me dejaron entrar porque no me corté el cabello – ella conocía esa artimaña recurrente, pero se hacia la desentendida.
- Pero si tu pelo está corto, qué más te vas a cortar, tus pendejos… ya, quédate un rato y luego te vas a tu casa, y esta es la última vez, te crees que no se lo diré a tu madre.

Y nunca se lo decía. Así era mi abuela, en vez de delatarme, prefería aconsejarme, y valgan verdades, me gustaba escuchar sus consejos.

Pero el tiempo es implacable y pasa sin aviso. Un día, Lenin, con 81 años, se sentó en su mecedora a tomar una siesta, como siempre lo hacía en las tardes calurosas; pero ese dia no volvió a levantarse. Hasta ese momento no era conciente de cuán querido era mi abuelo. A su funeral fueron muchas personas, desconocidos lloraban su perdida, ex alumnos que ahora eran profesionales, reconocidos profesionales: “adiós profe” “Lenin te queremos”. Uno no podía dejar de sentir orgullo de ser su nieto.

Cuando mi abuela enfermó fui a verla al hospital. A ella le contaba muchas cosas, incluso el hecho de que comenzaba a gustarme escribir. Ella, fiel a su estilo, acomodándose en la cama me preguntó.

- ¿Y qué escribes? – sosteniendo mi mano.
- Lo primero que se me ocurra abue...
- Si vas a hacerlo, hazlo bien, escribe sobre lo que te gusta, sobre lo que conoces, y sobre lo que te dé la gana, no te pongas tapujos, si tienes que decir algo lo dices, las palabras son maravillosas, mi pequeño… pero debes saber usarlas.No tengas miedo, no siempre te va a ir bien, pero debes confiar, confía que todo es posible.

Ese consejo marcó mi vida.

Aquella noche, una mujer maravillosa partió, detrás de ella una enorme familia la abraza y sonríe con las anécdotas inmortales que danzan con su memoria, como la vez que estando embarazada de 8 meses se arrojo al Amazonas y nadó con todas sus fuerzas para salvar a uno de sus hijos que se ahogaba. Y es que era la viva imagen de la mujer fuerte, la mujer aguerrida, la luchadora incansable… una verdadera loretana
.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

yo tbm la pasama super bien con los abues, da pena cuando no estan

Anónimo dijo...

Que bueno que pudiste disfrutar de tus abuelitos. Es realmente bello que los ninos tengan la oportunidad de conocer el amor de los abuelos.

Yo logre conocer solamente a mi abuelita materna, y no viviamos en la misma ciudad, asi es que disfrute poco de su cercania. Aun asi, de sus visitas a casa o de las nuestras a la suya, recuerdo los cuentos que me contaba, las canciones que me cantaba y las caricias que me regalaba. Fuiste muy afortunado en tener a esos seres junto a ti. Como tu bien dices, son inmortales: siempre viviran en tu mente y en tu corazon.

Aqui me han bautizado como el anonimo polemico, pero no siempre lo soy, ya pudiste comprobarlo por ti mismo. Esperare con atencion tus posts.

Enrique Dávila dijo...

gracias por los comentarios Sr anonimo, le estas dando vida a los coments aca en IQT xDDD