16 julio 2008

BERRACO MULTICOLOR


Decir “berraco” en la ciudad de Iquitos equivale, a la par que definir el nombre de los miembros de una de las pandillas juveniles más feroces e individualizables, señalar una característica marcada por lo hosco, lo violento, lo chúcaro o lo “feo”, pero a la vez lo vital, desmesurado y apasionado.

Actualmente Iquitos representa en el imaginario peruano una suerte de oasis cultural, a orillas del Amazonas, con un encanto y exotismo incomparables, donde se habla cantando y se anda bailando al ritmo de las aguas del río, donde la felicidad se pasea en canoas, motos y mototaxis, y la sensualidad es el signo de cada detalle. Dentro de aquellas imágenes, Iquitos aparece como una ciudad verde fosforescente, donde lo real pareciera estar pintado en las paredes de los bares, discotecas y restaurantes y el sueño y la alucinación pasean constantemente por sus calles. Los estilos pictóricos más exuberantes, voluptuosos, explosivos, candentes, punzantes, gozosos, eróticos, chispeantes y delirantes de los últimos años se han cultivado profusamente, como un flujo de imágenes vibrantes, casi sonoras, casi aromáticas y sabrosas, en que el sentimiento, el pensamiento y la ilusión populares se vuelven carne, con el aderezo tropical que solo la audacia de una comunidad de artistas anónimos le pueden añadir al arte peruano.

Es de este modo que estos artistas anónimos han logrado llenar los muros de los locales comerciales y de las calles de Iquitos con su obra, lo que les dio un ritmo de práctica que les permitió desarrollar un estilo característico, representando así los conceptos estéticos de esta parte del mundo y convirtiéndose en referentes necesarios para comprender el rumbo de las expresiones artísticas populares en el Perú de estos tiempos. Estos rumbos no siempre han tenido una condescendencia con el arte formal y con sus expresiones más tradicionales. Un fuerte sentido de gozo y expresión se imponen a pesar de aquellos discursos que niegan la realidad visual y luminosa que se exhibe en el paisaje urbano y material de pueblos y ciudades de la Amazonía.

Una estética urbano-amazónica arquetípica parte de considerar elementos muy concretos y variados, entre los cuales se consideran los siguientes:
- El desarrollo natural de un estilo artístico multicolor, chirriante, autónomo, autodidacta y profundamente arraigado en el erotismo tropical y anti-formal.
- La generación de una democratización implosiva y explosiva de los gustos y saberes populares.
- El predominio de una mentalidad saturada de imágenes misteriosas, lúdicas, excesivas, sexuales, colectivas, icónicas, religiosas y mesiánicas.
- El desarrollo de un lenguaje que explota la veta mística, mágica y tenaz de criaturas, espectros y leyendas que se retoman y forman parte del acervo permanente de varias generaciones
- Una narrativa y lenguaje eminentemente oral y eminentemente comunicacional, exuberante y abundante.
- La necesidad de expresar de modo artístico modos de vida y aspectos de la sociedad, como modos predominantemente comunicativos (serios, fúnebres, irónicos, solemnes, sacros o sarcásticos, sea el caso) una problemática o un hecho valorable o importante dentro del imaginario y los saberes colectivos.

En ese sentido, hablar de una estética Berraco Multicolor es expresar las formas a través de las cuales una estética popular, autodidacta, no formal, logra expresar el pensamiento colectivo sin necesidad de mantenerse como lenguaje intelectual, académico o “culto”, sino como urgencia natural que se articula a partir de las vertientes y características antes mencionadas. Una estética que puede nacer de lo anti sutil y opuesta a la calma de la estabilidad, pero que se impone por su virulenta pasión y, sobre todo por su autenticidad colorida, ampliamente efectiva y reconocible en sus códigos para la sociedad que la aloja, recibe e interpreta. En otras palabras, el triunfo alternativo de una forma alternativa. Una “anti estética” que ha logrado transformarse en estética predominante y autosuficiente por sí misma.

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