02 abril 2008

GUILLERMO FLORES ARRUE ERA UN INCHICAPI


Sin duda, es muy difícil abarcar en un par de páginas la personalidad de Guillermo Flores Arrué, nuestro querido amigo y mejor persona. Pero, ante la inminencia de este homenaje a través de la revista Katenere, quisiera compartir con los lectores esta entrevista (publicada originalmente en el semanario Kanatari) que concertamos con Guillermo en setiembre del año 2004, a raíz de la presentación de Inguirito Machacado, con ocasión de la Primera Semana del Libro de Tierra Nueva (¡cómo pasa el tiempo!). Creo, sin temor a equivocarme, que gran parte de lo que era este polifacético personaje están reflejados en sus respuestas. Es una buena forma de recordarlo y homenajearlo.

Señoras y señores, Guillermo Flores Arrué, por él mismo.


*****

Polifacético personaje de nuestra ciudad. Docente, pedagogo, funcionario público, hombre de prensa, locutor, filatélico, gourmet. Acaba de presentar su reciente libro sobre recetas de cocina Inguirito Machacado y algo más, en el marco de la Primera Semana del Libro que organizó la editorial Tierra Nueva.

Profe ¿Cómo te sientes luego de que, al fin, Inguirito Machacado haya visto la luz, aún como inguirito y no como madurito, como algunos festivos señalaban por ahí?

Normal, porque ya me estaba cansando, pues esto ya estaba hecho desde hace un año atrás. Pero entiendo que hacer un libro es una cosa, publicarlo es otra completamente distinta. Eso tiene que ver con el dinero. Mucha gente está acostumbrada a que se le regale un libro y eso no me parece correcto, porque lo lógico y natural es que alguien que edita libros quiera, por lo menos, recuperar su inversión, algo difícil de conseguir con cientos que te piden que le regales tu nueva publicación. Al margen de eso, estoy tranquilo.

¿Por qué decides publicar un libro de cocina?

La idea es vieja en mí y tienes que ver, primero, con el hecho de que aquí no existe algo así. Hubo intentos bastante dispersos que no han sido sistematizados. Esto no era difícil, simplemente cuestión de ordenar, averiguar, reunirse con personas que saben del asunto y hacerlo. En ese sentido, este libro puede ser útil.

¿Qué significa cocinar y qué significa comer para Guillermo Flores Arrué?

Dos cosas totalmente diferente. Lo que más me gusta es ver lo que los demás comen. Comer significa satisfacer una necesidad básica vital. Si uno no come, se muere. Cocinar es más bien un trabajo que no me gusta mucho, sobre todo cuando cocinas comida oriental y le tienes que quitar el rabito a la cebollita china. Felizmente, mi esposa y mis hijas no me dejan entrar actualmente a la cocina.

¿Qué es un gourmet?

Alguien que sabe saborear la comida.

Si pudieras reunir en una mesa a todos los políticos de la región y pudieras prepararle algunos platillos ¿cuáles serían aquellos?

Para fastidiarlos, les prepararía platos auténticamente regionales, como un juane de chonta, que cuando está bien hecho te garantizo que es uno de los platos más sabrosos que pueden prepararse aquí

¿Podrías hacer un recuento de olores y sabores que te remiten directamente a tu infancia?

No tengo muchos recuerdos de los olores maternos, porque mi madre tenía nueve hijos y a lo que menos se dedicó fue a la cocina. Sin embargo, y lo he dicho anteriormente en un libro (Bajo la sombra del cormiñón), no recuerdo una mejor sopa de carne de res, unos garbanzos con gallina y un tacacho de platano asado con paiche asado tan buenos como los de mi madre.

¿Qué recuerdos tienes de la experiencia de haber dormido en tantas ciudades ajenas?

Varios, algunos muy buenos, otros no tanto. Recuerdo la primera noche que estuve en un hotel en Londres, el Towers Hotel, o orillas del río Támesis. Nunca había estado en un sitio cuyas paredes estuvieran forradas con terciopelo. Yo duermo poco y las primeras noches en lugares ajenos casi nunca duermo. El mejor recuerdo lo tuve en un convento de monjas en Montreal, que tenía mil habitaciones, donde uno duerme con una tranquilidad impresionante, aparte de ser muy barato. Luego, dormí en Huarí, en el Callejón de Conchucos, en una suerte de hotel serrano, a más de tres mil metros de altura, con un tremendo frío, las camas estabas seguidas unas de otras, como en un hospital de campaña. Fue la noche más terrible de mi vida.

¿Eres insomne?

Así es, duermo muy poco y ello no me hace daño. A veces concilio el sueño a las dos de la mañana y a las cuatro de la mañana estoy nuevamente despierto. Todo eso es compensado por el Internet y por las horas adicionales que le dedico a la escritura.

Viendo la actual situación educativa, como docente y funcionario de la Dirección de Educación ¿qué diagnóstico das al respecto?

No tenemos solución. Estoy en la etapa escéptica de mi vida. Creo que estamos en un barranco irrecuperable en cuanto al sector educativo porque no hemos hecho nada por cambiar. Conociendo el monstruo desde adentro, puedo decir que la culpa es de todos, absolutamente de todos, pues de alguna manera todos estamos involucrados en la tragedia nacional educativa. Esto incluye a los medios de comunicación.

¿Tienes otros proyectos literarios en mente?

Tengo varios. Hay una novela atrevida, cuyo único asunto de que estoy seguro es que se va a llamar “Aguaje”. No creo que lo publique nunca porque con los críticos que existen en la actualidad, mejor dejarlo guardado bajo siete llaves.

¿Qué significa Loreto para ti?

Todo. Yo me he ido much otiempo de acá y afuera me he dado cuenta de lo valioso que tenemos y no nos damos cuenta de ello, sino recién cuando no estamos presentes.

Finalmente, si pudieras condensar tu esencia como ser humano en una receta de cocina ¿cuál fuera aquella que resumiría la vida de Guillermo Flores Arrué?

La que siempre me hace renegar y nunca hacen en mi casa: un buen inchicapi.

No hay comentarios.: