17 mayo 2007

MANUAL PARA RECONOCER A UN SEUDO SINDICALISTA

Luego de la captura de Vicente Aponte (en la foto), conocido dirigente sindical que se hacía pasar por luchador social y defensor de las causas del pueblo obrero y proletario, y por lo bajo, intentaba cobrar cupos de extorsión a empresarios del sector constructor para no afectar la seguridad e integridad física de sus empresas, y ante el cada vez más reiterado caso de personajes de este tipo, que se disfrazan burdamente, he creído conveniente publicar un manual casero - easy to use - para reconocer a un delincuente en ciernes, diferenciándolo de un verdadero líder popular:

1.- No miran directamente a los ojos, son incapaces de sostener una mirada y, a menudo, voltean la cara aduciendo que en nuestras pupilas engendramos el gamonalismo patronal y la explotación laboral.

2.- Usan a Dios y a su familia como escudos para realizar sus imposturas y destruir las honras ajenas, sin importarles las familias ni el Dios de quienes pretenden abrumar con sus infundios.

3.- Son luchadores asalariados por algún lado, el cual sin embargo, no incluye los muertos y heridos que se cobran por lo bajo. Últimamente, quien paga generosas sumas de manutención es el Gobierno Regional, a cambio, obviamente, de que no se toque a su líder máximo. Pregunten, si no es verdad, a los “dirigentes” de la CGTP.

4.- Son empeñosos en coleccionar acusaciones por faltas administrativas, delitos, picardías, pendejadas, cochinaditas, ilícitos penales, etc. Algunos ya han recibido ciertas condenas y han sido encarcelados, donde, al parecer, toda la furia sindical se les ha borrado súbitamente, como si les hubiera dado “manchari”.

5.- Son duchos en el arte de tergiversar datos objetivos. Ante un mandato de detención, le dan la vuelta a la noticia y, teniendo como tontos útiles a los mismos bobos de siempre, señalan que este tema no corresponde a un legítimo asunto judicial, producto de una actitud de rebeldía y de desdén olímpico para con las leyes nacionales, sino son las mecidas de una mano negra.

6.- Son capaces de organizar plantones, marchas, paralizaciones y demás especies del mismo género, utilizando los móviles más excéntricos y desvaríos más exóticos, las cuales, sin embargo, cumplen el objetivo de cumplir el desangramiento de los centros laborales y la pérdida astronómica de horas-hombre.

7.- Son portadores de una personalidad bastante definida: resentidos, inseguros, creyentes de que el llamado “principio de autoridad” es una imposición de los ricos del mundo y no un deber que toda sociedad necesita acatar, sobre todo aquellas que han logrado un nivel de desarrollo más o menos evidente. Los complejos de inferioridad son compensados con una falta de respeto que en cualquier otro país civilizado ya hubiera recibido, si no una demanda, por lo menos una buena bofetada.

8.- Son expertos en el maquiavelismo y creen fervientemente en la máxima “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”. No les importa realizar pactos que, al menos en teoría, se vislumbran como antinaturales. Lo que importa es que ambos cumplan la meta máxima: destruir al objeto de molestia.

9.- Han sido capaces de canibalizar como les ha dado la gana la infraestructura y el mobiliario de sus centros laborales, han sido capaces de robar a su antojo lo que no les pertenece, han sido capaces de inutilizar lo que no les había sido concedido en propiedad privada y han sido capaces, sobre todo, de que la gente les haya perdido completamente la noción de confianza.

10.- Son campeones del cinismo. Son genios del rostro cariacontecido y de la verborrea facilista y demagógica. Si sus bravatas “sindicalistas” se encontraran en proporcionalidad con las demandas que le hubieran logrado conseguir al grupo de trabajadores al que supuestamente representan, viviríamos en el paraíso, junto con los trabajadores que dicen tanto defender.

11- Generalmente representan a un grupo minoritario, bastante reducido dentro del propio centro laboral. Sin embargo, hacen más bulla que todo el regimiento de comandos de las Fuerzas Armadas.

12.- Les gusta pasar por caja para cobrar el chantaje que, de vez en cuando, le logran arrebatar a las resignadas dirigencias que caen en el círculo vicioso. Si es por dinerito fresco, o viáticos o pasajes, si es por alguna promoción inmerecida o por alguna actividad extracurricular con consecuencias crematísticas, ellos son los primeros en apuntarse y aplicar su estilo “termita”: arrasar con todo, absolutamente todo, hasta no dejar conchito alguno libre.

13.- Son los más tontos, los más trancados, los menos inteligentes, los más prejuiciosos, los menos preparados para la labor que les ha tocado desempeñar, por milagro de la Providencia o terrible acto del Diablo. Sus neuronas y su coeficiente intelectual siempre están en deuda con su boca desalmada y su gatillo fácil de sicarios.

14.- No les importa un maldito comino el porvenir de la gran masa laboral que sufre y vive día a día el grave problema de trabajar en el Perú con sueldos inadecuados y en condiciones difíciles.

15.- No les importa un maldito comino el porvenir de su centro de labores, que tiene que lidiar con la pobreza de recursos económicos, con las trabas de algunos desgraciados que sólo actúan en base a los cálculos políticos, con la terrible realidad que significa hacer gestión en un país donde la mayoría de los directivos son deshonestos, poco preparados y absolutamente insolidarios.

16.- No les importa un maldito comino el porvenir de su localidad, de su región y de la población en general. Sólo piensan, como pirañas asesinas, en la tajada que van a lograr para sus bolsillos.

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