03 marzo 2007

EL SENTIDO DEL PUDOR DE RONCAGLIOLO

El pudor es un asunto de seres humanos, no de otras especies del reino de Dios. Pero, la pregunta clave es ¿Puede un gato sentirlo y, más aún, enfrentarse a él con las armas que brindan el discernimiento y la moral?

Moral de los cínicos. Nefelíbata. Nihilismo. Ética del reino fenicio y destrucción maquiavélica del equilibrio biológico. Pudor (2004: Alfaguara, 185pp) nos devuelve a la vida al primer Prometeo, sólo que este ha desbarrancado las cadenas hace rato. Y le va bien. A Santiago Roncagliolo le va muy bien. Pero, en un mundo de casualidades e ironías, estar mal, como decía Ray Loriga, estar bien es julio y estar mal es setiembre. Pues, yo digo que el primer Prometeo estuvo en Iquitos en setiembre. El tres de setiembre, exactamente. Y en Pudor es setiembre perpetuamente.

La naturaleza humana es sabia. Y le da poder al escritor para hacer el mundo a su antojo y conveniencia, así como el de los lectores. Y le da poder a un felino domesticado, a un gárrulo de sofá, a un filósofo de cola y orejas puntiagudas a explicar el origen y el sentido de las cosas desde un pequeño laboratorio social, desde el gran invernadero darwiniano de Lima que es la Residencial San Felipe. Y a través de esos ojos, imán de la trama, nos encontramos ante una sucesión de personajes que fácilmente podrán ser acusados de simplicidad. Simplonería, diría mi abuelita Grimanesa (Q.E.P.D). Casi podrían ser los candidatos perfectos para el minimalismo de Carver. Los sospechosos de siempre. Lo que les salva, en todo caso, es que son mucho más grises, mucho menos emulables. Son clase media en un país donde la clase media se va a la mierda aceleradamente, sucesivamente, gobierno tras gobierno.

El gran mérito de Santiago, el primogénito de este parto con cesárea, estriba en que esos pobres diablos salen de la rutina precisamente cuando se deciden dar sin reservas al morbo, a la aventura versallesca, al desacato de las leyes del Zombie Decente. Give me a reason to love you/ give a reason to be a woman, para ser lo que te dé la gana, según la salvaje canción del grupo Portishead. Cuando se entregan a la fantasía, a la incursión subrepticia y la soledad, los Ramos (y quienes los rodean) dejan de ser buenas personas y simplemente se convierten en personas. Seres disfuncionales, espectros (en el más amplio sentido de la palabra). Se animalizan, exploran sus sentidos impensables, lamen sus secreciones más patéticas y descubren que en la entraña misma del pecado se puede encontrar un mejor modo para vivir, para sentir y, cómo no, para amar. En medio de ellos, Rocky, triunfante, sabe que el destino siempre brinda oportunidades y que, total, vale absolutamente la pena vivir con un rasguño salvaje en la espalda (o en el lomo).

Santiago Roncagliolo, el primogénito, sale muy bien librado de esta su más reciente prueba de fuego. Ahora quiero ver más. Pronto.

No hay comentarios.: