07 febrero 2007

IRONIAS TROPICALES

1.- Nunca me ha caído Javier Iglesias, y en realidad siento que ha sido un mediocre director de educación, además de personaje inadecuado para un cargo de tal importancia. Aún a pesar de su zigzagueante trayectoria humana en estos menesteres, hay algo que no se puede evitar pensar cuando vemos las causas que se esgrimieron para su destitución.

Políticamente, Iglesias fue el protegido del gobierno central y del ex presidente regional, Robinson Rivadeneyra, hasta el momento en que se la bajó el dedo, aún cuando las normas no lo señalaban de ese modo. Recibió felicitaciones del Ministerio de Educación y aprobó el examen de rigor semestral para ser ratificado en el cargo (todos saludos a la bandera, obviamente). Sin embargo, mientras de cara al sol, Iglesias era aplaudido por los poderosos, por lo bajo y con la complicidad de los dirigentes sindicales del gremio, se planeaba su caída. Rivadeneyra emite un memorando suspendiendo a Iglesias y colocando el cargo a Juan José Valera, pero un memorando acumulador de sanciones, medida jurídica prohibida por la Ley General de Procesos Administrativos. Además, de acuerdo con las normas jurídicas vigentes, en cualquier momento de la gestión, mientras existan indicios de presuntas irregularidades, el GOREL debió poner en conocimiento del Ministro de Educación la situación presentada y, previa coordinación, conformar una Comisión Investigadora integrada por representantes de las dos instituciones. En la resolución han participado gente que era juez y parte, como el profesor Julio Yactayo, que en algún momento participó en el mismo concurso que ganó Iglesias. Nada de esto pasó, seguramente por la premura en asumir el nuevo costo político y colocar al nuevo títere.

Este evidente abuso de autoridad no da legitimidad moral ni profesional a Iglesias (alguien que no estaba preparado para el cargo, a pesar de sus buenas intenciones y del grupo de profesionales que lo asesoraron), sin embargo muestra cómo se realizan los contubernios políticos y cómo las personas tentadas por la ambición se convierten en piezas de un ajedrez siniestro, para lo cual las formas no existen, menos las leyes y los procedimientos.

2.- Claire Pinedo es una mujer luchadora, además de buena madre. La conocí no hace mucho y puedo señalar, aunque superficialmente, que su entraña amorosa y aguerrida prevalece (y he aquí cuando viene a pelo el dicho de Pepe Álvarez que siempre usa Gino Ceccarelli: “una mujer loretana vale por tres hombres”). Claire es una de las más de 400 víctimas de los dimes y diretes que han enfrentado a la administración saliente del Gorel con el nuevo gobierno de Iván Vásquez por la prolongación de los contratos laborales de los trabajadores de Servicios No Personales (SNP).

Resulta que el gobierno central del inefable doctor Alan García, en una de sus siempre desatinadas medidas populistas, al ver que había perdido gran parte de los gobiernos regionales conquistados en el año 2002 (de 11, sólo pudo retener 2 en las últimas elecciones de noviembre), sin querer dejar mal parados a los queridos compañeros que aumentaron la burocracia estatal, puso de contrabando una disposición complementaria en la ley de presupuesto del 2006, en el cual se prorrogaba automáticamente los contratos de los SNP hasta octubre de este año. Obviamente, esto beneficiaba a todo el sistema, incluidos a los loretanos. Era una decisión demagógica, clientelista, conchuda, aprista; pero parecía tener visos de legalidad (cuestionable, pero legalidad al fin y al cabo).

Sin embargo, en un país donde la administración pública es caja chica de los que detentan el poder, la bronca entre Rivadeneyra y Vásquez (con la maquiavélica decisión de García) por colocar o preservar a sus ahijados ha devenido en una telenovela en la que se ha jugado, una vez más, con la dignidad laboral de los ciudadanos. Vásquez cree que los SNP son una oportunidad para colocar a sus “leales” (al margen de que sean competentes o no), del mismo modo como el ex presidente regional colocó a “su” gente en el año 2003. En el fuego cruzado de este egoísmo, la desesperación (que a veces linda con la payasada) llevó a Claire a calatearse antes la prensa y hacer notar “su” protesta por el maltrato, en un acto inapropiado, innecesario y ridículo. Al margen de quién gane esta lid jurídica, el poder de los políticos ya hizo perder parte de su autoridad moral a Claire. Los que cortan el jamón la forzaron a convertirse en una irrisoria desnudista y la descalificaron como interlocutora válida de un lío que se solucionará cuando en el Perú esté en manos de gente competente y profesional , empezando evidentemente por una verdadera carrera pública.

3.- Mario Vargas Llosa llegó a Iquitos, luego de 17 años, el pasado fin de semana. Su última visita se produjo en marzo de 1990, para las elecciones presidenciales en las que, felizmente para la literatura y el librepensamiento, perdió (aunque en Loreto recibió una votación impresionante, siendo el único lugar donde recibió mayoría absoluta). Desde aquella vez en que lo vimos, celebrando su cumpleaños número 54 frente a aproximadamente 50 mil personas en la Plaza 28 de Julio, difundiendo ideas liberales en una región de vocación mesiánica, he buscado constantemente volver a encontrarme con él. Desde aquellos 12 lejanos años, mi admiración por el escritor se ha afianzado tanto que había resultado casi una obsesión volver a saludarlo. Cuando venía al Perú o incluso en el extranjero (Una vez llegué con un día de retraso a una presentación suya en Nueva York; y con 45 minutos a otra visita que hizo a Arequipa), lo he buscado infructuosamente.

Cuando quieres a un artista casi tanto como a tu propia familia o tus amigos (y de Vargas Llosa he aprendido mucho), la posibilidad de tenerlo físicamente enfrente tuyo es una necesidad. Vargas Llosa llegó a Iquitos el sábado en la mañana. Yo me fui el pasado martes en la noche, con un objetivo claro de prolongado autoexilio. No pude ver a Mario, otra vez. He sentido alegría y una envidia sana de Jaime Vásquez (el tigre de Tierra Nueva que más de una quiso traer al escritor a dar algún tipo de conferencia); de Chelita Alarcón, quien lo conoció gracias al inolvidable “Chino”, su esposo; de todos aquellos que pudieron saludarlo, pedirle autógrafos y tomarse fotos en medio de una sencilla y emocionante travesía que lo devolverá a esa selva inspiradora para grandes obras como La Casa Verde, Pantaleón y las Visitadoras o El Hablador. Quizás más adelante pueda cumplir esta suerte de sueño, pero estoy seguro que no será en Iquitos. Las oportunidades sólo se dan una vez, aunque suene irónico, en medio de este amasijo tropical de color verde fosforescente (Publicado en semanario La Verdad)

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