22 junio 2006

POLÍTICA CULTURAL: EL TRISTE ESBOZO DEL OLVIDO

UN ALICIENTE ¿AL FIN?

El día 7 de junio del presente, como consignaron algunos medios de comunicación, la sala de reuniones de la Presidencia del Gobierno Regional (GOREL) se engalanó con una serie de personajes del ámbito cultural. El presidente Robinson Rivadeneyra entregó los cheques correspondientes al pago por derecho de autor, a 15 personas, cuyas obras fueron seleccionadas para ser publicadas en once libros, a ser distribuidos posteriormente en los centros educativos de todo Loreto.

Rivadeneyra, en su discurso triunfal, señaló que se había querido reconocer los derechos de autor de los escritores, “quienes muchas veces se han visto en la necesidad de mendigar para la edición de sus libros (...) Hemos decidido invertir en cultura, destinando un recurso de manera permanente, pero exigiendo calidad (...) Pasadas de franela aparte (además del cuestionable criterio de selección realizado en este paquete de reiteración de estampitas postales y estereotipos literarios), era importante ver honrada la palabra empeñada por Rivadeneyra, quien se había comprometido en el segundo semestre del año 2004 a la creación del proyecto de publicación editorial de 25 libros de autores regionales, por un monto nada despreciable de 435 mil soles.

Año y medio después, el gran líder se decidió dar pase a este proyecto. Y vale la intención. Sobre todo, para alguien que casi no ha asistido a actividades, presentaciones y performances artísticas en toda su gestión. Sólo que es tan aislada y políticamente electorera que se desvirtúa y deforma conforme se conocen los planes de corto, mediano y largo plazo. La verdad es simple: no existe plan cultural regional en Loreto. Hay una emblemática actitud de olvido e indiferencia, no sólo por parte del gobierno regional, sino de todas las instituciones públicas, preocupadas de algunos asuntos que, en todo caso, suelen ser mucho menos edificantes de lo que parecen.

El OLVIDO SISTEMATICO

Mucho se ha hablado de la crisis cultural en Loreto (para más señas, vean el artículo redactado por el periodista Teddy Bendayán en la edición 504 del semanario Kanatari de mayo de 1994). Retomé el tema en diciembre de 1999, y en un artículo llamado La cultura: tarea pendiente – suerte de carta abierta dirigida al entonces alcalde de Maynas, Iván Vásquez – y mi diagnóstico fue el siguiente:

“Han pasado cinco años y la situación descrita (...) ha conservado una triste invariabilidad. Salvo aislados esfuerzos y la promoción entusiasta - la más de las veces inútil - de algunos ciudadanos comprometidos, nuestra vida cultural se mantiene en los linderos de la inexistencia – con la loable excepción de ese periodo de luz llamado Feria del Libro – y hoy, como ayer, ostentamos el mismo déficit material y espiritual y carecemos de una auténtica política cultural” (Kanatari 795, 12-12-1999)

Durante todo este periodo, hemos abogado por el tema cultural de modo sistemático y a veces virulento. Seis años después, nuestro diagnóstico sigue siendo pesimista:

“Que en esta ciudad desconocemos el significado de una política cultural institucionalizada resulta, luego de tantos vaivenes existenciales, una auténtica perogrullada (...) La cultura (está) destinada al triste papel de pariente pobre, con local prestado y arrimada a su suerte, teniendo que lidiar diariamente con los caprichitos de algunas autoridades aplanadas y en edad senil” (Mixturas 1, noviembre 2005)

En todas estas manifestaciones de interacción, que toman el arte como uno de los principales vehículos de afianzamiento, las políticas de trabajo cultural que se han venido realizando en la región Loreto han avizorado un futuro incierto. La cultura y el arte amazónico se ha ido forjando dentro del rechazo, pereza e ignorancia del resto del país, mucho más preocupado en la anécdota que en el verdadero entendimiento e integración de la región en su impulso por mostrar, rescatar y valorar lo que hacen los creadores del trópico y, es necesario decirlo, de la automarginación existente. Demás está decir que la cultura amazónica no figura en ninguna estadística del INEI y no se toma en cuenta en los programas y planes políticos de los partidos y candidatos tanto regionales como nacionales.

Pero también, y con mayor razón, la cultura loretana se ha nutrido del olvido sistemático de nuestras autoridades y representantes. Las demostraciones bastan y sobran a este respecto:

- Hay una ausencia de oportunidades institucionales para la capacitación. Además, la falta de condiciones logísticas para el desarrollo la labor de proyección y producción. A ello se añade una infraestructura inadecuada y la insuficiente inversión en bienes de capital, así como en capital social

- Existe una insuficiencia presupuestal para la ejecución de proyectos y tareas de registro y preservación del patrimonio cultural y regional.

- Dependemos del centralismo en la asignación presupuestal, así como carecemos de un insuficiente presupuesto que impide la concreción de objetivos y conlleva la frustración de la viabilidad de nuestros proyectos por la excesiva burocracia centralista.

- Nulo apoyo económico y financiero de las autoridades regionales o locales para manifestaciones de este tipo. Los escasos y muy esporádicos recursos destinados a ese fin son canalizados muy desorganizadamente, impidiendo la cohesión y el desarrollo adecuado de las capacidades.

- Agravamiento de las condiciones en que se realiza la labor cultural en Loreto, tales como la ausencia de escenarios de difusión y promoción (auditorios, salas, librerías, galerías, etc).

EL CUENTO DEL MILLÓN

El periodista Fernando Nájar publicó un reportaje en noviembre del 2004 sobre lo que llamó “las tristes peripecias del legendario millón” (Kanatari 1052, 14-11-2004). Allí señalaba que el GOREL tenía destinado aquel año una partida para la ejecución de una serie de programas vinculados en términos generales con el desarrollo cultural de Loreto, por un monto de un millón trescientos cincuenta mil soles, un monto mucho mayor a los 70 mil que los ex CTAR destinaban al rubro (aproximadamente 70 mil soles anuales), los cuales iban a ciertas instituciones promotoras de la actividad artística local. Con el nuevo presupuesto, se proyectaba difusión de 25 libros de autores regionales, museos arqueológicos en Orán y Yurimaguas, además de muchas otras actividades.

Todo aquello resultó siendo una mentira monumental para engañar a los ilusos y dar de comer – poco y mal – a ciertos conversos a la burocracia. El millón de soles espectral (que tuvo el pase incluso del Ministerio de Economía y Finanzas para su utilización en el Sistema Nacional de Inversiones Públicas), fue el acto de prestidigitación más acabado de Martín Reátegui cuando se desempeñaba como Subgerente de Cultura del GOREL, durante el año 2003. Luego de un gran montaje en el que Reátegui anunció que iba a destinar dos millones de soles (en ese momento eran dos) para la cultura, de los cuales un millón ya estaban plenamente asegurados e iban a aplicarse en el acto, la elocuencia y el entusiasmo que suele imprimir Reátegui a sus palabras entusiasmaron a un gran sector de la comunidad.

En el GOREL se sorprendieron y disgustaron por esta intromisión en los asuntos referidos a la caja, donde la última palabra siempre la va a tener el distinguido conocedor de todos los asuntos contingentes, de todas las sensibilidades, de todas las ciencias; ergo, el presidente Rivadeneyra. Reátegui fue defenestrado inmediatamente y en su reemplazo entró Samuel Flores, otro militante del Bloque Popular Amazónico, partido de origen del ex subgerente y a quien Rivadeneyra les había prometido tener como bastión el área cultural (una muy común repartija partidaria que beneficia a los amigos y ayayeros del poderoso de turno). Flores, a los pocos meses, salió del cargo, acusando que el presidente regional de entrampar la aprobación del presupuesto vinculado con esta expresión: “Yo no voy a dar plata a cuatro payasos que se creen dueños de la cultura”.

Demás está decir que no se volvió a mencionar bajo ningún rubro el tema. A las instituciones que buscan el apoyo para actividades culturales, tales como el INC - y con la complicidad de lamentables y patéticos embajadores y embajadoras del mandón de turno – se les ningunea y cierra directamente el auspicio. Es una suerte de venganza innoble que busca no apoyar a quienes no se entregan servilmente a los designios del amo. Está claro que ni el GOREL ni el presidente Rivadeneyra saben siquiera algo de política o gestión cultural.

RESPONSABILIDAD DE TODOS

Efectivamente, el desinterés es total en todos lados. Pero no sólo es culpa del gobierno regional y de don Robinson Rivadeneyra, tampoco sólo de la Municipalidad de Maynas (a quien seguimos esperando las obras para la construcción del prometido teatro edil), tampoco de municipalidades como las de San Juan o la de Punchana (donde, recuerdo, para una edición del Festival Regional del Libro, ante una solicitud de contribución económica para dichas actividades, en un acto elocuente de su “desprendimiento” cultural, dicho municipio donó, días después de la culminación del evento, la “fabulosa” cantidad de ¡¡¡cien soles!!!). Aquí también le toca a todos nosotros, a las instituciones privadas que no son capaces de meter dinero para financiar eventos que levanten el conocimiento de esta colectividad.

Salvo personas o instituciones que han representando diversos esfuerzos, tendencias y pareceres, todos ellos dedicados en cuerpo y alma, a veces sin los recursos económicos necesarios, a veces incluso luchando contra el reloj y las marañas mismas de una labor tan difícil y sacrificada como fascinante, el desinterés de los privados es clamoroso. Le echamos la culpa de todo a los grandes, pero no nos damos cuenta que, chiquitos y todo, también tenemos nuestra responsabilidad en esta miseria.

Algo hay, en todo caso, que nos alienta y obliga a seguir: estimular, no sólo por su extensión, por sus posibilidades y problemática o sus diferenciaciones con otros territorios adyacentes, que Loreto sea una gran macroregión cultural, que pueda tener un nivel de coordinación importante y dinámica con los instituciones respectivas, pero que al mismo tiempo pueda tener niveles mínimos de autonomía presupuestal que le permitan cumplir adecuadamente, la ejecución y fortalecimiento de acciones de defensa, vigilancia, promoción y difusión del patrimonio cultural de la región, la promoción del sector privado y de los gobiernos locales y de otras entidades regionales en la ejecución de actividades culturales, el fortalecimiento de la identidad e integración entre los pueblos de la Región Loreto, así como promover el acceso y participación de la población a las diferentes manifestaciones culturales de la región, fomentando las acciones que incentiven y produzcan bienes culturales.

Perdonen mi escepticismo, pero dudo que vaya a suceder ello. Conozco demasiado bien a los políticos de mi tierra como para creer que en ellos debamos confiar. Pensamos más bien en el futuro. Ojalá que una generación más sapiente, sensible y democrática aparezca en el horizonte, antes que este triste esbozo del olvido se convierta en inexorable devenir de nuestra cultura (y de paso, el epitafio impensable de su sepulcro).

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