09 junio 2006

EN EL SUR NO HAY COJUDECES (EL VOTO ANTISISTEMA DE UNA PARTE DEL PAIS)

Héctor Tintaya FeriaEscriba
elescribidor3@yahoo.com.

He escuchado con paciencia todas las interpretaciones, explicaciones, datos y cojudeces que se hablan del sur en torno a su alta votación por el nacionalismo –humalismo en los últimos comicios- y he llegado a la conclusión que mientras los “intelectuales y analistas” se encarpetan más, se vuelven más estúpidos e idiotas. De un político podría aceptar su maniquea mirada de una realidad galopantemente exaltada, puesto que al final de todo, de farsa se alimenta su discurso y su acomodo para explicar por que le es contrario el voto del indigenismo – mestizaje – criollismo de Puno, Cuzco, Tacna, Moquegua y Arequipa (De donde vengo, “te dicen”)

Hablan que es una población altamente excluida, que el Estado nunca ha llegado a los sectores más pobres y que son unos tarados, casi animales, ignorantes porque no distinguen lo elegante y bueno que podría ser el gobierno de Alan, pero sí lo hacen con un mestizo con apellido de Apu de los precolombinos. Y claro, no ha faltado gente “importantaza” (como decía el Temucano) como el mismo Mariátegui de Correo, que ha propuesto que su voto no valga para las próximas elecciones porque el Perú de estos indios no es el de Saga, Metro, Ripley o Asia, donde los indicadores económicos dicen que la gente pobre asiste a comprar su pizza.

Se equivocan universalmente, seguro porque no han vivido y no han sido fruto de ese mestizaje particular del sur que ha sabido convivir con los Aymaras púnenos, que dicho sea de paso se está apoderando de los circuitos comerciales – ambulantes de Lima y por ende del Perú. Para ese intenso comercio ellos no han tenido que ser excluidos, por el contrario han estado más presentes en los mercados y suburbios limeños y provincianos que el mismo Alan García. Un ejemplo de este brazo extendido hacia todo el Perú es Lucía Jiménez De Deza. Una comerciante que representa a todo un fenómeno en Iquitos que en unos años terminará por acaparar limpiamente los circuitos comerciales de Loreto. (si es que no lo han hecho). Ella no ha sido excluida –aunque claro ha sido víctima de la imaginación y el artificio-, por el contrario ha incluido dentro de su plana más de 250 trabajadores loretanos (as) que tienen un sentido de pertenencia más fuerte que el mismo dogma social demócrata de un aprista por Haya de la Torre.

Y no es el único caso, habría que conocer Unicachi en Lima, Desaguadero en Puno, el Avelino en Arequipa para conocer que los Aymaras han terminado por vencer a puño limpio a un Estado, que no le ha dado oportunidades, pero que existiendo lo han hecho suyo en términos reales. El nativo – indio – mestizo de la Amazonía reaccionaría de la misma manera, es decir, en el código moral de los pueblos oriundos, normalmente no se encuentra la palabra mentira como una forma de vida, en la cultura occidental tan nuestra en sus desmanes y excesos, lamentablemente sí.

Lo que ha pasado entonces es la aplicación (incluso sostenida y apaciguada) de una sanción moral a la mentira en la política representada obviamente por la derecha, centro e izquierda. Sumado a esto; por ejemplo en Arequipa, cuyos niveles de desarrollo, no se comparan a Ica o Lambayeque, pero son sostenidos, ha existido un gobierno regional y municipal aprista que ha copado nuevamente con sus militantes el aparato estatal. Entonces ¿dónde está el demonio?. Como diría Sartre. “El demonio son los otros”.

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