20 enero 2006

LA "SEÑITO" GISELA: LA "ESCRITORA" DEL 2005


Luces detrás de una Señito: Gisela Valcárcel se convirtió en un fenómeno de ventas editorial el año pasado. Esta es una crónica de su visita a Iquitos en octubre del 2005 para inaugurar la Segunda Semana del Libro de la editorial Tierra Nueva.


*****

La Diva tiene 42 años bien cumplidos. Digo bien cumplidos, porque su rostro y su figura exudan magistrales dosis de tersura y lozanía. Gisela Valcárcel desciende las escalinatas del vuelo de Lan a las 4.10 de la tarde del jueves 13 de octubre. La acompaña su asistente personal, jefa de marketing, productora, amiga y, a veces, buscapleitos personal, Susana Umbert. Siempre viajan en la compañía aérea de capitales chilenos (“en ninguna otra”, señala Susana con cordial prevención). No hay duda que la presencia de una de las mujeres más exitosas de la televisión –así como de otros negocios vinculados a su imagen- en el Aeropuerto Francisco Secada Vignetta de Iquitos refulge sin ningún tipo de artificio. Gisela ha nacido para esto.

Su presencia por estos fastos (de los cuales, a pesar de sus visitas constantes, no había tenido noticia material suya hace más de tres años) se debe a la invitación de Tierra Nueva para inaugurar por todo lo alto la II Semana del Libro. Efectivamente, la rubia de horizonte tardío es, actualmente y desde hace más de tres semanas consecutivas la escribidora más vendida del país. “Mi nombre es Gisela”, publicado por el sello Alamáh – uno de los siete que maneja la poderosa editorial Santillana- reventó a los dos días la primera remesa de diez mil ejemplares distribuidos en el mercado nacional, militantemente renuente a la lectura. Gisela ha salido de Lima sólo para presentarlo, en el primer periplo extra capitalino de la extensa gira que se avecina en el futuro.

La popular Señito se ha movido dentro de la alternativa del libro simple, de lenguaje sencillo, sin muchas pretensiones, y con fotos, variadas y generosas, sobre detalles de su vida familiar. 185 páginas (en letra grande, con subtítulos aún mayores en tamaño, sin contar las ilustraciones gráficas) bastan para señalar que los 15 soles pagados no se desperdician. La realidad es que “Mi nombre es Gisela” se lee bastante rápido y su autora no pretende darnos clases de literatura -no podría- sino tratar de ensayar justificaciones y colocar puntos sobre las íes a varios episodios que se han suscitado en torno a su compleja biografía, incluyendo algunos controvertidos o deformados por acción de la prensa amarilla, tan adicta a la “giselitis”.

Gisela no es insoportable, como se encargó de regar por ahí la competencia, pero sí es una mujer con mucho carácter. Es amable y cordial cuando debe serlo. Siento, además, que tiene una compulsión por hablar cuando no conoce a sus interlocutores. Sabe lo que quiere y sabe cómo venderlo. Hospedada en el Dorado Plaza Hotel, en una habitación especialmente acondicionada con flores de una distribuidora de la ciudad, no se detiene ningún minuto en el trabajo. Porque, aunque esté retirada temporalmente de la tele, debe administrar su imperio, que ahora, además de la producción (en la que Susana Umbert es toda una experta), incluye negocios tan fuerte e importantes como el centro de belleza Amarige (que cumple trece años y cuyo nombre remite al famoso perfume de la compañía Givenchy) y la revista “Gisela” (con doce calendarios a cuestas), que sale todos los días trece de cada mes y que –según testimonio de Umbert- es, después de Caretas, la mejor distribuida del país.

En realidad, debe ser así, porque ese mismo jueves, luego de un delicioso almuerzo (casi nocturno) a base de cecina, tacacho y paiche a la loretana, y luego de las entrevistas de rigor con la “espectacular” prensa televisiva (de las que se destaca, en todo caso, la soltura de Solange Pineda), un breve paseo en auto nos permite llegar a un puesto de periódicos alrededor de la Plaza 28 de Julio, fuera del chifa Long Fung, donde una de las canillitas, señora mayor y muy amable, al percatarse de su presencia, corre hacia ella y la saluda afectuosamente, gesto que es correspondido. Solamente en ese puesto ambulante suelen venderse más de 70 ejemplares en promedio de la revista “Gisela”, realmente apreciable para nuestra dura realidad editorial y económica.

La Señito se prepara para el día siguiente. Antes de una presentación se suele vestir y maquillar como una Barbie (salvando las distancias, esta no es una mala analogía). No sale de noche salvo que sea muy importante, se declara tímida y se niega cordialmente a ir a una discoteca. Más bien pregunta por el funesto destino del tristemente célebre “Papá Piraña” que alguna vez fue el sueño amazónico de Beto Ortiz. El día viernes 14 hay inusitado movimiento en el Dorado Plaza Hotel, pues se sabe que habrá un gran revuelo. Brinda una entrevista simpática radial a Raúl Celis desde su habitación. Se da un breve paseo por la ciudad buscando cecina y chonta, que es tan exquisita y que gusta bastante. La presentación está ad portas y ella recibe el saludo de mucha gente que le pide un beso, un saludo, un autógrafo. En todos los casos ellas los corresponde, con una euforia que parece salida de la comprensión que su fama se debe precisamente a ese carácter. Está definitivamente segura de lo que pasará. Sube a su habitación con una sonrisa a esperar su momento.

La inauguración, para qué contarles, fue un éxito, tanto que todos los medios de comunicación estuvieron presentes. Más de 250 personas en un evento editorial en una ciudad como Iquitos es una barbaridad. La presentación de Solange Pineda es bastante equilibrada. Los regalos de la Municipalidad son atinados. El discurso de Silvia Arbildo inaugurando la exposición de ilustraciones de Gino Ceccarelli es sobrio. La Señito, más bien, se siente sorprendida por el apoyo, aunque está muy segura de que se le merece. “Todo es cuestión de trabajo, nadie lo ha regalado”, indica con decisión. Ello, por más que no lo asuman sus contendientes, es muy cierto. Este un grato reencuentro con Iquitos. Todos los libros vendidos, todos los flashes y las luces destinadas a su figura. Detrás de ella, toda una parafernalia se mueve, una industria que sabe calibrar exactamente la sintonía con el gran público. Toda una industria de verdades y ficciones que remece las vivencias del circuito maravilloso de Oz-Surco-Casuarinas-El Golf-La Victoria. El tiempo se ha detenido un rato en Iquitos para que brille una estrella fugaz. El tiempo se ha detenido entre las 4 y las 5 de la tarde. Pero el tiempo sigue y la vida sigue, con luces y sombras, a pesar de todo.

No hay comentarios.: