03 enero 2006

JAVIER CALVO, EL CHICO PUNKY DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

Javier Calvo, nacido en Barcelona en 1975, ha publicado recientemente Los ríos perdidos de Londres (Mondadori, 2005), suerte de casa embrujada donde campean a sus anchas espíritus varios, desde Buffy Cazavampiros y el enigmático Dr. Who, hasta Pamela Travers, la creadora de Mary Poppins, y uno de los últimos y más célebres magos gnósticos británicos, el fundador del grupo experimental Coil, John Balance. En esta entrevista, para Clubcultura, Calvo, se autoconsidera chico punky y habla de codigos pop y referentes posmo en la literatura. De paso, léanse Los Ríos...es un libro disparatado y genial.


¿Cómo llegaste a Pam Travers y John Balance?
En el caso de John Balance fue más fácil porque para mí es un referente mucho más cercano. Yo de hecho soy un niño punky, siempre me ha gustado la música extrema, cuánto más extrema mejor. Yo conocía a Throbbing Gristle, que es la madre de toda la música industrial, el grupo que realmente inventó todo esto de gritar y hacer mucho ruido y eliminar el concepto de música de la música, lo cual me parece fascinante. Si doy gracias a Throbbing Gristle en el libro es porque realmente yo escribo con esa música, es ese el uso que le doy, como no me molesta, a diferencia de lo que le pasa a la mayoría de la gente, me encierro y subo el volumen. El libro es un poco el resultado de eso. Evidentemente no es lo mismo, supongo porque nunca he hecho la prueba, ponerte a Throbbing Gristle y escribir, que escribir poniéndote a Vivaldi, tiene que salir un libro completamente distinto. Entonces, conocía a Throbbing Gristle y había oído hablar de Coil, el grupo de John Balance y Peter Christopherson, miembro de Throbbing Gristle, pero nunca los había escuchado realmente. Vi una reseña en una revista y un día empecé a bajarme música de ellos, estuve cuatro meses escuchando solamente Coil, no escuchaba nada más, simplemente porque no podía, todo lo demás me parecía aburrido, espantoso. Me metí tanto en su música que gracias a este tipo de actividades delictivas conseguí bajarme todos sus discos de Internet. Coil desaparecieron públicamente en los 80 y se volvieron subterráneos, sus discos dejaron de venderse en tiendas y los vendían ellos, a veces, como una especie de secta itinerante que va vendiendo sus discos, algunos de los cuales dan mucho miedo, lo digo en serio, ponen los pelos de puntas, pero a la vez producen una especie de calma narcótica. Hay uno, Musick to play in the dark, con ck como Magick de Aleister Crowley, que es una de las experiencias musicales más intentas que he tenido nunca. Lo de Pamela Travers fue mucho más casual. Un día estaba viendo televisión y vi un fragmento de una película, sin darme cuenta que era Mary Poppins de Disney, este momento completamente terrorífico donde hay esa canción Feed the birds y una vieja misteriosa cuya ocupación es darle de comer a los pájaros y la canción básicamente va "feed the birds, feed the birds, feed the birds..." repetida de una forma absolutamente enfermiza y neurótica. Yo me quedé atrapado por esa escena y me pregunté hasta qué punto Disney había cogido la narración de Travers. Luego me di cuenta de que había cogido una serie de elementos y había dejado fuera lo más interesante, pero claro, me pregunté qué clase de mente enferma puede escribir esto. Ocurre que Mary Poppins da miedo en realidad, esa es la gran trampa de Walt Disney, quien cogió una serie de textos que eran muy oscuros, casi enfermos, y los convirtió en películas para niños. Pamela Travers murió infeliz, quejándose de que sus libros no eran libros infantiles, ella era una estudiosa de los mitos, una especie de Mircea Eliade, y había cogido los modelos para Mary Poppins en la mitología clásica, en las diosas paganas, y se propuso crear un nuevo mito.

Con este libro me estoy encontrando mucho con este fenómeno de incomprensión. Antes me preguntaba una periodista, tengo que reconocer que se lo curró la chica, "Si porque el hecho de que tú saques en uno de tus relatos a Buffy es una versión paródica de las formas bajas de la cultura televisiva que tú estás dignificando al colocarlo en un contexto literario..." Pero qué dices, es que a mí me gusta Buffy Cazavampiros, yo he visto las siete temporadas, no hay un solo capítulo que no haya visto, he visto hasta Angel, que es la serie del novio de Buffy. No hay ningún punto de ironía, es más, estoy en contra de la ironía en este tipo de cosas. Si quieres hacer un relato burlándote de Buffy, puedes hacerlo, pero qué sentido tiene, qué valor tiene eso. Pues con la literatura victoriana me ha pasado un poco eso. En el fondo sí que había una idea –que después descubrí que (Rodrigo) Fresán también tenía—, desde que soy autor publicado, de escribir un relato victoriano, pero casi como actitud de fan, como fan fiction, siempre he querido hacerlo. Por ejemplo quería que la primera escena del relato fuese una escena de thriller victoriano, un asesinato con un inspector de Scotland Yard, la víctima y los sospechosos fuera de ahí. Evidentemente esto se integra al relato y no es simplemente una broma, pero me gustaba, me gusta como funciona.
Cuando alguien como tú o como Fresán o como Jordi Costa integra elementos de cultura popular en su narrativa, la palabra inmediata que viene a la mente (y los textos) de la crítica es "pop", siendo tú un "chico punky" supongo que te molestará bastante esa etiqueta...
Me molesta la actitud con que se reacciona. Es una pesadez impresionante. Con mi libro anterior, El dios reflectante, la actitud de muchos periodistas, a quienes les había gustado el libro y hablaba bien de él, era: "Hala, mira, sale Godzilla" ¿sabes? Y bueno, vale, sale Godzilla, pero eso no es lo importante del libro o no debería serlo o no lo es para mí. La cultura pop la utilizo y la voy a seguir utilizando porque como lenguaje o sistema de códigos me parece perfecto, es ideal. La cultura pop fue el primer movimiento global, de hecho, fue la primera cultura global. Es lo único que me une a mí con un tío de Sri Lanka, los dos sabemos quién es Eminem. Es un lenguaje que puedes usar para decir cualquier cosa. Yo no escribo sobre fenómenos pop, como hace Jordi Costa, por tanto el que salga Godzilla es irrelevante, es un código que estoy utilizando para comunicar otras cosas. En ese sentido me parece un lenguaje perfecto, me permite integrar cosas que me gustan y que son universales. Yo creo que quienes deberían justificarse son aquellos que no lo utilizan, honestamente creo que deberían justificarse porque la persona que sigue escribiendo como si no hubiera medios de comunicación a su alrededor, como si no existiera todo esto, está llevando a cabo un ejercicio contumaz de negación de la realidad, están tapándose los ojos, dando la espalda al mundo, mientras siguen escribiendo novelas sobre tías solteras que viven en una casa en Santander mirando las olas.
Lo decía Ray Loriga a principios de los noventa: "En España se sigue escribiendo como si no existiera la televisión". Es una afirmación de hace casi 15 años y parece aún vigente...
De todas maneras, yo veo una diferencia muy fuerte según la edad de la persona que tenga delante. Y suena casi generacional esto que digo, pero no lo es, es una constatación. Por ejemplo, cuando tengo que dar varias entrevistas y llega el periodista, en la tele o un periódico, y veo que tiene 25 años, cinco menos que yo o así, en el fondo respiro tranquilo porque sé que no tengo que explicarle nada, es gente que lo pilla. Pero luego viene el típico tío de El País o la mujer que ha venido hoy por la mañana, y bueno, la señora será una profesional pero la pobre no entendía nada, había que explicarle todas las cosas. Como en mis libros la televisión es una influencia evidente, pues hay gente mayor que no lo entiende. Pero bueno, la mayoría de gente de los periódicos de 35 o 40 años hacia abajo lo capta todo perfectamente, no manifiesta ninguna sorpresa. En los suplementos es diferente, porque claro, en los suplementos literarios españoles no encuentras a nadie que tenga menos de 50 años, el perfil típico es un tío mayor de Burgos, que se ve obligado a definirte como un narrador "pop". Por no mencionar a toda la gente que considera que, en el fondo, todo esto no está bien, que no se debe contaminar la literatura con cosas no literarias, que lo literario es un valor en sí, que un buen escritor es Vila-Matas porque escribe sobre los libros que ha leído. No voy a ponerme a hablar de Vila-Matas porque, bueno, es una actitud y Enrique Vila-Matas se morirá sin escribir un relato que hable de nada que no sea otros libros, porque es lo que él hace y, supongo, que lo que hace lo hace bien. La otra actitud, claro, es considerar que la televisión es el enemigo, el enemigo de la lectura. Para empezar ya hay demasiada gente que piensa esto y, por otra parte, no sé bien a qué lleva.
¿Te sientes incomprendido de alguna manera?
A ver, lo que pasa es que nadie puede aspirar a gustar a todo el mundo o hacer que te comprenda todo el mundo. Eso es una cosa. Otra cosa es escribir para la gente de tu generación. Ese sería un caso extremo y yo no escribo conscientemente para la gente de mi generación. Aquí el problema más grave, creo, es que cuando hablamos de generación hay un lío tremendo. Para empezar, cuando se habla de generación literaria en España todavía hay esta idea de la Generación del 27, que era básicamente treinta señores que salían todos juntos en una foto sonriendo en plan: "mira, somos una generación literaria". Evidentemente, es un concepto de generación que no existe ya. Si consigues meter a treinta tíos en una foto hoy en día, básicamente estarán todos intentando separarse para ser cada uno un solo individuo. Ese concepto de generación, tan español por otra parte, en que los poetas iban todos a un café y fumaban pipas y hablaban entre ellos, pues ya no pasa. Por otro lado, el otro problema es que las generaciones cada vez van más de prisa, la historia va tan de prisa que uno ya no sabe a qué generación pertenece, yo no lo sé. Esta mañana a un periodista se le ha ocurrido decirme: "Si, bueno, la gente de tu generación como Rodrigo Fresán". Te juro que casi le doy una hostia, Rodrigo Fresán tiene 43 años ¿entiendes? No es de mi generación, aunque solo sean 11 años de diferencia, Rodrigo es un niño de los sesenta que está flipado con los Beatles y tal, yo no soy así, nunca viví eso. Guillem Martínez tiene 40 años también y él dice que no es de la misma generación que yo. Entonces, ya estamos hablando de un proceso de aceleración que hace que la gente dentro de un rango de diez años ya no sea de la misma generación, mientras que seguro que los de la generación del 27 se llevaban 20 años unos y otros, y pronto el cambio será de cinco años en lugar de diez. Así que ¿para quién estás escribiendo? ¿Para tus contemporáneos estrictos, nacidos en el mismo año que tú? Por supuesto que no.. A pesar de que cuando empezaron a dar el Dr. Who, yo no había nacido. Sobre ese tema, cuando un periodista me dice: "Bueno, es que esas alusiones tan modernas que utilizas..." ¿Modernas? ¿La semilla del diablo, Mary Poppins, el Dr. Who?...Retro en todo caso, hasta nostálgico, pero ¿moderno?
Roger Gual, con quien has coescrito el guión de Remake, su próxima película, te definía como freak en un texto recientemente
¿Qué se entiende por freak en España y por qué parece que todo lo que escapa un poco a la norma es freak?
Roger Gual es un descerebrado, se lo digo siempre. Imagino que estará intentado hacerse el gracioso, supongo que es una broma, que lo escribió porque sabía que yo lo iba a leer tarde o temprano, o quizá porque en realidad piensa que soy un freak. A veces hablo con él y le digo que me gusta tal película japonesa donde a un tío le cortan la cabeza y se comen sus sesos, me gusta chincharlo, y él me dice siempre: "Tú eres un freak". Pero bueno, es una etiqueta que ha ido perdiendo significado. Para empezar, es una palabra extranjera que se ha adaptado aquí un poco sobre la marcha. Tiene un significado sí, pero es la típica palabra que no se puede definir más que poniendo ejemplos: Jordi Costa es freak ¿Por qué? Pues yo qué sé, porque tiene una tienda de tebeos... Rodrigo Fresán es freak ¿Por qué? La verdad que no sé cómo Rodrigo Fresán ha llegado a ser freak, Rodrigo es nerd más que freak, es el clásico nerd, igual que mi cuñado (Jonathan Lethem), es el típico tío que su mente es una computadora donde está archivada toda esa información y supongo que le interesa más aquello que pasa en las películas o los libros que fuera en la calle con la gente, y se nota eso.

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